Cómo deshacerse de la COVID-19 y otros virus mortales
Para una correcta limpieza y desinfección de lugares potencialmente propensos a acumular bacterias, virus y plagas, se
debe atener a procesos que sean eficaces para la eliminación de los posibles patógenos peligrosos.
Existen varios métodos a usar, como nebulizadores para desinfección, higienización por calor, flujos turbulentos, limpieza al vacío, restregado y otros más. Lo importante es sacar provecho de todo esto, pero, mejor por qué no empezamos por lo más básico.
Uso de cepillos para la limpieza. La forma más básica de limpieza, que suele ser efectiva cuando la suciedad es superficial. Si se escogen adecuadamente esta clase de productos, entonces la higiene estará casi garantizada. La esencia de los cepillos radica en las cerdas, obviamente; por ello, si existe una ablandadura, entonces son casi obsoletas, sobre todo cuando se pretende limpiar suciedad más arraigada a las superficies. Las esponjas también suelen ser útiles. En cualquier caso, es necesario saber que hay que evitar usar los mismos cepillos y esponjas, para limpiar en áreas cercanas a alimentos u otros productos que estén destinados para consumo inmediato; por lo regular, estos tiene su propia manera de limpieza.
Uso de detergentes para desinfección. Es bien sabido que la acción limpiadora de esta clase de producto, por lo regular precisa de un tiempo para que haga el efecto que se necesita. Por ello, cuando se limpian utensilios, es normal que estos
se deben por algún tiempo sumergidos en el detergente. Para objetos más grandes e incluso superficies, tal vez sea necesario el uso de nebulizadores para sanatización, que pueden ser portátiles o hasta los mismos generadores de vapor, a los cuales se les añada la misma fórmula del detergente o amonio cuaternario.
Para un proceso más asertivo y concienzudo de desinfección, por lo regular los profesionales recurren primero a una limpieza en seco, que es la antesala del proceso desinfectante, ya que se encarga solamente de erradicar polvos y demás partículas visibles de las superficies; se recomienda hacer esto previo a lo demás, por el simple hecho del riesgo inherente de una mezcla entre el agua u otra sustancia con la suciedad, formando lodos incómodos. Incluso aún si la limpieza no requiere agua, es decir, que sea al vacío por ejemplo, se corre el riesgo de que dichas partículas se filtren y adhieran a otras superficies más profundas, corriendo un riesgo para un determinado aparato, dispositivo o sistema.
Después se pasa a un enjuague previo con pura agua, que sirve para remover la suciedad restante que no se pudo eliminar en la higienización en seco. Asimismo, posee la función de preparación para la eventual aplicación de los detergentes u otros químicos sobre las mismas superficies.
Posteriormente, se aplica el limpiador químico o detergente con un efecto de restregado para más eficacia. Aplicar estos productos es esencial para suspender todas las partículas sucias derivadas de bacterias y otros microorganismos.
Inmediatamente se vuelve a enjuagar para remover los detergentes; una tarea sumamente necesaria para dejarla libre de cualquier suciedad y químico, ante la posterior aplicación de la desinfección. Solo así, se verán resultados satisfactorios.
Finalizar con el desinfectante elegido. Aquí se pueden emplear los nebulizadores para desinfección o generadores de vapor con desinfectantes específicos, para la sanatización de todo lugar potencialmente peligroso en la proliferación de virus como la COVID-19.
Cabe recalcar, que dentro de cualquier empresa, debe haber un programa de desinfección e higiene. Todas las personas, como colaboradores, jefes, personal de limpieza, entre otros, tienen que estar conscientes de ello, no solo en su higiene personal, sino en el entorno donde se desenvuelven. La supervisión de esta específica y fundamental tarea debe hacerse en todo momento, con una calendarización que todos entiendan y asimilen en la vida laboral, porque es probable que sea parte de la nueva normalidad.
